sábado, 16 de febrero de 2008

Un fósil llamado HONOR

Hace centurias, la palabra honor representaba para los hombres, su más alta cualidad moral, que le inducía a cumplir deberes a cualquier costo. Nuestros antepasados, por el efecto machista introdujeron este significado a las mujeres en un sentido de honestidad y recato, y cuando ellas faltaban a ese “recato” sus recios hombres se batían a duelo con el simple hecho de limpiar su honor, puesto que para ellos el honor era una camisa blanca e inmaculado, con olor a un detergente de categoría aristocrática, que bajo ninguna circunstancia se podía manchar o arrugar, ya que era una representación de su propia conciencia, aunque lamentablemente el hombre mas honorable era aquel que era descamisado.

Hoy en día, podemos decir que tenemos buenos blanqueadores de conciencias dispuestos a quitar grasas y mugres. Citando al escritor Esteban Padrós de Palacios: “El honor ya no existe. Es el retumbo lejano y huero del Romanticismo. Un término un poco cursi que casi infama a quien lo invoca”. Tal ves porque se comenta que el honor es el capital del alma y por desgracia de los humanistas, ya no queda una pizca de alma.
En los tiempos actuales, hemos convertido el alma en un concepto tan irreal y nebuloso, que se nos ha escapado a través de nuestras manos como si fuese agua de cañería. Ahora preferimos nuestro beneficio personal antes de la justicia social.
Naturalmente, el honor sigue existiendo, nadie se ha atrevido de sacarla de alguna base de datos, como también algún conocido político la ha utilizado en el senado, pero ya de varios actos de impureza vil y corrupta, la utilidad ha quedado sutilmente reducida a un simple trozo de papel higiénico, dispuesto a arrastrar inmundicias fecales a la alcantarilla.

Como disciplina y modelo no esta de moda. Al igual que las lenguas muertas como el latín y ciencias elementales como la filosofía. Si lo comparamos como un objeto, el honor es simplemente el ropero dejado en herencia por nuestros abuelos para su posteridad y recuerdo, que lamentablemente ahora lo hemos reemplazado por esos artículos tecnológicos y rentables de plástico.

Nos hemos dado cuenta que el honor fue un animal prehistórico, que con su imponencia domino gran parte del mundo y que con el paso del tiempo se extinguió hasta quedar un en un simple fósil. Una simple prueba de existencia, que quizás ahora podamos clonarla en algo mucho mejor.
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Ensayo sobre "El Honor" durante una ácida e irónica ponencia que di, ante la impavida mirada de 4 personas (incluido el profesor de la cátedra)...

PostMortem# 4 8 15 16 23 42... los números de Feñits.